NOE

La emocionante historia de Noé y el gran diluvio tuvo lugar durante la primera parte de la Biblia (Génesis). Aun entonces, el pecado estaba por todas partes. Las tinieblas y la maldad cubrían la tierra. Dios miró desde los cielos, y al ver lo que la gente estaba haciendo, se arrepintió o tuvo un cambio de parecer de haber hecho al hombre en la tierra. Trajo tristeza a su corazón ver las cosas malas que la gente hacía. El Señor dijo: “Destruiré al hombre a quien he creado, las bestias y los animales de la tierra.”

De todas las personas, había un hombre que halló gracia o misericordia ante los ojos del Señor. El seguía al Señor Dios perfectamente. El era un hombre justo y la Biblia dice que “él andaba con Dios.” ¿Puedes decirme cuál es su nombre? Correcto, Noé. Sí, Noé era un verdadero amigo de Dios. Si Dios mirara desde el cielo hoy, ¿podría El decir lo mismo sobre ti? ¿Lo amas tanto que vivirías tu vida para El? Noé lo hizo.

Noé tenía tres hijos. Sus nombres eran Sem, Cam y Jafet. Su esposa, probablemente, era una mujer que amaba a Dios y a su esposo. Dios dijo a Noé un día: “La tierra está llena de violencia y pecado. No existe ni una buena persona. Todos ellos se han alejado de mí y de mis caminos por una vida llena de malas obras las cuales no puedo soportar más. El pecado ha llenado toda la tierra. Harás un arca de madera de ciprés. Pondrás brea adentro y afuera del arca para mantenerla unida.” Dios entonces le dio a Noé instrucciones y direcciones sobre cómo construir esta arca. El le dijo a Noé: “Traeré una gran inundación de agua que cubrirá toda la tierra. Este diluvio destruirá a toda la gente, y todo lo que este en la tierra perecerá. Pero contigo, Noé, haré y empezaré mi pacto. Tú y tus hijos y tu mujer y las mujeres de tus hijos van a entrar al arca y serán salvos de mi juicio. Tú has seguido mis caminos y has vivido una vida de bondad y verdad.

Tú me has puesto en el centro de tu vida, y por eso, voy a salvarte a ti y a tu familia. Los mantendré seguros y los amaré.”

Chicos y chicas, el Señor Jesucristo ama a todos aquellos que le pertenecen. El libro de Juan capítulo 10 versos 27 y 28 nos hablan que el Señor Jesús dice “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen. Y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano.” ¿Conoces al Señor Jesucristo? ¿Eres una de Sus ovejas?

Luego Dios mandó a Noé a traer al arca a dos de cada animal, macho y hembra, ya sean aves de toda especie, ganado, todo que se arrastre en la tierra y el resto de todos los animales vivientes. Dios también dijo a Noé que tomara todo el alimento y lo trajera al arca. Noé hizo todo lo que Dios dijo.

imagen de Noe con el barco

Si decimos que amamos al Señor Jesucristo, debemos guardar sus Mandamientos, los cuales están escritos en la Biblia. Debemos hacer esto por amor a Dios. Todo lo que Dios ha hecho por nosotros fue hecho con un perfecto amor.

Después de que el arca fue terminada, el Señor Dios le dijo a Noé, “Entra tú y todos los de tu casa en el arca, porque he visto justicia ante de mí en esta generación.” Este verso significa que a Noé le fue permitido entrar al arca porque amaba y obedecía al Señor Dios. El puso su confianza en el Señor, sabiendo que Dios enviaría el diluvio. El nunca discutió con Dios. Siempre estaba dispuesto a hacer lo que Dios pidiera. La gente debió haberse burlado de Noé mientras Noé construía el arca—pues, verán, chicos y chicas, no había llovido nunca antes. El agua salía de la tierra cada mañana. Pero eso no detuvo a Noé de hacer la voluntad de Dios. Le llevó a Noé ciento veinte años terminar el arca. Noé quería obedecer a Dios. No son nuestras buenas obras las que nos llevan al cielo, es nuestra voluntad de entregar nuestro corazón y vida al Señor Jesucristo, confiando plenamente en El. A esto es a lo que Dios llama justicia. Esto es lo que Noé hizo.

Todos entraron en el arca—Noé, su mujer, sus hijos y sus mujeres, y todos los animales (dos de cada especie, macho y hembra) — como Dios mandó. ¡Dios cerró la puerta del arca él mismo!

Al pasar siete días, el diluvio comenzó. Ese día, ¡todas las partes más profundas de la tierra se quebraron, y las aguas brotaron! ¡Los cielos fueron abiertos y las aguas fueron derramadas a montones! ¡Qué milagro tuvo que haber sido ese! Llovió por cuarenta días y cuarenta noches. Las aguas seguían creciendo y aumentando, y el arca flotaba. Todo fue cubierto— árboles, colinas y montañas. No se podía ver nada. Todo y todos los que no estaban en el arca murieron. Pero Noé y los que estaban con él en el arca vivieron. Después de cuarenta días y cuarenta noches, la lluvia cesó, pero las aguas permanecieron en la tierra por ciento cincuenta días. Eso es mucho tiempo cuando estas en el arca preguntándote cuándo acabará todo esto. Pero la Biblia dice, “Y se acordó Dios de Noé y de todo ser viviente y de todo el ganado que estaban con él en el arca.”

Sí, Dios sabe todo lo que pasa con cada una de sus ovejitas. El nunca se olvida.

Dios hizo pasar un viento sobre la tierra, y las aguas comenzaron a descender. Después de muchas, muchas días, el arca descansó sobre los montes de Ararat. Ahí esperaron otros cuarenta días. Después Noé abrió la ventana del arca, y dejo a un cuervo salir a volar.

Envió también a una paloma, pero la paloma no encontró lugar para posarse y regresó al arca. Al pasar otros siete días, envió a la paloma otra vez, y esta vez, la paloma regresó con una hoja de olivo en su boca. Noé supo que pronto seria tiempo para dejar el arca. Al pasar otros siete días, Noé de nuevo envió a la paloma, y esta vez, encontró un lugar para vivir y nunca regresó al arca.

Entonces Noé quitó la cubierta del arca y miró el suelo nuevo.

Vio que la tierra estaba seca. Dios habló a Noé diciendo: “Sal del arca tú, y contigo tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. Saca contigo todo animal para que se reproduzcan y se multipliquen sobre la tierra.” Noé y su familia, y todos los animales salieron del arca.

Noé edificó un altar al Señor Dios y ofreció sacrificios sobre el altar a Dios. El Señor Dios estaba muy complacido con las ofrendas de Noé, y el Señor Dios dijo en Su corazón: “Nunca más destruiré la tierra con agua.” Dios se acordó de Su promesa hacia Noé, la cual había hecho a Noé antes del diluvio.

El habló a Noé: “Yo comenzaré mi pacto contigo, Noé, y con todos tus hijos. Nunca más enviaré otro diluvio sobre la tierra. He aquí, Acontecerá que cuando traiga una nube sobre la tierra, se verá un arcoíris. Al mirar ese arcoíris me acordaré del pacto eterno entre Dios y todo ser viviente en la tierra. Este arcoíris es mi promesa del pacto entre tú y yo y todo ser viviente.”

Dios bendijo a Noé y a su familia y les dijo que tuvieran más y más familias y que llenaran la tierra. Todavía hoy en día, Dios se acuerda de Su promesa a Noé, y vemos con frecuencia el arcoíris después de una lluvia. También ha enviado a su Hijo, el Señor Jesucristo, a la tierra a morir por nuestros pecados y a salvarnos de la destrucción. El nos ha prometido vida eterna y un lugar en el cielo si confesamos nuestros pecados a El, le entregamos nuestra vida a El, y ponemos nuestra confianza en El. Esta es la porción eterna del pacto que Dios hizo con Noé, y la podemos tener hoy libremente. Dios es tan bueno.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas.

2 Corintios 5:17 (VRV)

Siervos Poderosos del Dios Vivo

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